* ARIES *
Del 21 de marzo al 20 de abril
-Me atrevo a decir que no has tenido mucha práctica -dijo la Reina.- Vaya, si a veces he creído hasta seis cosas increíbles antes del desayuno.
Como reconocer a Aries
No acostumbran recordar las simples reglas que
les han enseñado sus amigos: por ejemplo que un atizador
al rojo quema si no se suelta a tiempo; o que si uno se hace
un corte muy profundo en el dedo con un cuchillo, por lo
general sangra.
¿Se ha encontrado últimamente el lector con una persona excepcionalmente amistosa, de modales enérgicos, firme en el apretón de manos y pronta en la sonrisa? Pues prepárese para una de esas danzas en el corro que le dejan a uno mareado. Lo más probable es que acabe de ser adoptado por un Aries. Y muy especialmente si advirtió que le resultaba un poco difícil llevar la voz cantante en la conversación.
Aries es el primer signo del zodíaco. Representa el nacimiento, como Piscis
representa la muerte y la conciencia del alma. El Carnero no es consciente más
que de sí mismo. Es el infante del zodíaco, el bebé recién nacido, totalmente
absorbido por los dedos de sus pies y de sus manos. Sus necesidades son lo
primero.
Quiere
que le den el biberón o le cambien los pañales ahora, y nada de demoras.
Si un
Aries tiene una idea o algo que quiere apartar de su mente, no tendrá el menor
resquemor en llamarle a uno a las cuatro de la mañana. ¿Por qué no ha de estar
todo el mundo despierto para escucharle? Si él está despierto, y es eso lo
único que cuenta. Quiere algo, y lo consigue. Como al bebé, a Aries el mundo le
preocupa sólo en la medida en que se relaciona con él. Pero, ¿se puede decir
que un bebé es realmente egoísta?
Si siempre está dispuesto a prodigar sus
sonrisas y sus favores a quienes satisfacen sus exigencias. Es difícil
resistirse a un bebé, hasta tal punto es inconsciente de estar causando el
menor inconveniente a nadie.
Lo mismo pasa con el Carnero. Su inocencia le
rodea por completo y suaviza su agresividad, de la misma manera que la
inocencia del recién nacido atenúa su egocentrismo.
A esta ingenuidad que desarma se debe también que los Aries sean tan intrépidos.
El Carnero puede fantasear de aquí a mañana, y tejer los sueños más fabulosos, pero como mentiroso no vale un rábano. Lo que muestra a quien le mira es lo que es. Nada hay en él de complicado ni de oculto. Es tan vulnerable como el bebé, e igualmente desvalido. Cuando gente más fuerte y más madura se le impone o le saca algo, reacciona de la única manera que sabe: chillando y organizando un escándalo tal que los demás ceden, nada más que por tener paz. Aries no necesita de estrategias delicadas.
Con la fuerza de sus pulmones y la determinación que surge de su interior le basta perfectamente para salirse con la suya. Y tal vez desvalido no sea la palabra justa.
Vulnerable, si... pero desvalido, de ningún modo.
El aspecto físico del Carnero es bien fácil de reconocer. Los Aries tienen rasgos decididos, habitualmente bien delimitados, raras veces blandos o borrosos.
La persona regida por Marte le mirará a uno directamente a los ojos, con desenfadada limpieza y con una fe bastante conmovedora. ¿Acaso su interlocutor no es su amigo? ¿Acaso no gusta de él? ¿Cómo, no? Entonces empezarán las lágrimas, pero para dentro. Un Aries jamás mostrará su decepción en la superficie, si puede evitarlo.
Es raro que un Carnero lance a su alrededor miradas nerviosas. Si lo hace, es que ya no le interesa seguir hablando con vosotros. Alguna otra cosa le ha llamado la atención y, por el momento, os ha olvidado, así como lo que estabais diciendo.
Pero no hay que ofenderse; basta con recordar al bebé y sus deditos.
Es el que abre caminos, el que siempre lleva adelante a los otros hacia una meta imposible. Su fe, bella y férrea, es pura, sin asomo de aleación con la hipocresía y la codicia. Es raro que amase una fortuna, y si llega a hacerlo, no tendrá tiempo para detenerse a contarla. Podéis contar con su dinero, su ropa o su tiempo. Él siempre tiene algo que le sobra, por mas estrecho o pobre que pueda encontrarse momentáneamente.
A esta ingenuidad que desarma se debe también que los Aries sean tan intrépidos.
El Carnero puede fantasear de aquí a mañana, y tejer los sueños más fabulosos, pero como mentiroso no vale un rábano. Lo que muestra a quien le mira es lo que es. Nada hay en él de complicado ni de oculto. Es tan vulnerable como el bebé, e igualmente desvalido. Cuando gente más fuerte y más madura se le impone o le saca algo, reacciona de la única manera que sabe: chillando y organizando un escándalo tal que los demás ceden, nada más que por tener paz. Aries no necesita de estrategias delicadas.
Con la fuerza de sus pulmones y la determinación que surge de su interior le basta perfectamente para salirse con la suya. Y tal vez desvalido no sea la palabra justa.
Vulnerable, si... pero desvalido, de ningún modo.
El aspecto físico del Carnero es bien fácil de reconocer. Los Aries tienen rasgos decididos, habitualmente bien delimitados, raras veces blandos o borrosos.
La persona regida por Marte le mirará a uno directamente a los ojos, con desenfadada limpieza y con una fe bastante conmovedora. ¿Acaso su interlocutor no es su amigo? ¿Acaso no gusta de él? ¿Cómo, no? Entonces empezarán las lágrimas, pero para dentro. Un Aries jamás mostrará su decepción en la superficie, si puede evitarlo.
Es raro que un Carnero lance a su alrededor miradas nerviosas. Si lo hace, es que ya no le interesa seguir hablando con vosotros. Alguna otra cosa le ha llamado la atención y, por el momento, os ha olvidado, así como lo que estabais diciendo.
Pero no hay que ofenderse; basta con recordar al bebé y sus deditos.
Es el que abre caminos, el que siempre lleva adelante a los otros hacia una meta imposible. Su fe, bella y férrea, es pura, sin asomo de aleación con la hipocresía y la codicia. Es raro que amase una fortuna, y si llega a hacerlo, no tendrá tiempo para detenerse a contarla. Podéis contar con su dinero, su ropa o su tiempo. Él siempre tiene algo que le sobra, por mas estrecho o pobre que pueda encontrarse momentáneamente.
El Carnero
sabe que el pan que se arroja a las aguas no sólo alimenta su yo y vuelve en
mayor cantidad, sino que hace feliz a la gente, y esa es una de las cosas que
mas le gustan en la vida.
fuente: Linda Goodman
Buenisimooooooooo.........Hay que mejorar
ResponderEliminar